Hay vida más allá de tener en cuenta la cantidad de series, repeticiones, frecuencia, esquemas de entrenamiento y un puñado más o menos amplio de ejercicios a la hora de diseñar una rutina de entrenamiento.
La información accesible sobre esto está tan masticada que parece que es lo único que hay que tener en cuenta para diseñar un entrenamiento de fuerza o hipertrofia. Nada más lejos de la realidad puesto que hay muchas más cosas que saber a la hora de estimular nuestros músculos y es que lo mismo que cada uno necesita unas cosas para estimularse correctamente, también necesita otras para que no lo dañemos en exceso y nos suponga un lastre a la hora de entrenar.
Cada músculo puede ser más sensible o menos al daño muscular y esto depende de tres factores principales: la proporción del tipo de fibra que tengan, la capacidad de activación voluntaria y la longitud óptima de trabajo de sus sarcómeros.
- Los músculos con fibras de contracción rápida o de tipo II son más propensos al daño que los que tienen mayor cantidad de fibras de contracción lenta o de tipo I.
- Los músculos con un alto grado de activación voluntaria tienden a sufrir más daño, sobre todo si coincide que contienen una mayor proporción de fibras de tipo II. Por activación voluntaria debemos entender que en estos músculos somos capaces de reclutar una gran cantidad de sus fibras musculares.