Son numerosas los estudios e investigaciones sobre los
frutos secos y los resultados de salud que han ido surgiendo durante las últimas décadas, sobre todo a partir de  la publicación de un informe del pionero
Estudio de Salud Adventista que ya en 1992 mostraba una asociación del consumo de
frutos secos con un menor riesgo de enfermedad coronaria.
Por definición, los
frutos secos son
frutos secos con una sola semilla en los que la pared del ovario se endurece al madurar. Los
frutos secos comestibles más populares son las almendras, las avellanas, las nueces y los pistachos.
Bajo esta definición el cacahuete no es un fruto seco, sino una oleoleguminosa o legumbre oleosa. Por otro lado, aunque las castañas sí son
frutos secos, tienen un perfil de nutrientes diferente a todos los demás ejemplares.
Los
frutos secos son alimentos densos en nutrientes y han sido un componente regular de la dieta de la humanidad desde tiempos preagrícolas. En los países occidentales, los
frutos secos se consumen como aperitivos, postres o parte de una comida, y se comen enteros, como mantequilla (mantequilla de almendras, anacardo...), como aceites o escondidos en productos comerciales, platos combinados, salsas, pasteles , gélidos y productos horneados.