No son solo los 340 millones de olivos levantándose sobre 2,6 millones de hectáreas de tierra; no el paisaje único y personalísimo; ni una cultura milenaria que se vive, se siente, se trabaja y se come... El "bosque humanizado más grande que existe en el planeta" es, sobre todo, el corazón de
Andalucía.
Por eso, hace unos diez años, la
Diputación de
Jaén pensó que el "mar de olivos" tenía que ser reconocido como lo que era:
Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Un plan. Para ello, reunieron a otras cuatro diputaciones andaluzas (Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba), a numerosas organizaciones agrarias y a las fuerzas vivas de las comarcas olivareras. En estos años, se diseñó un plan que protegía 13,489 hectáreas de olivar.
Es curioso porque, hace 10 años, buscar una protección especial para los paisajes del olivar podía parecer una cuestión de retórica: una forma de reivindicarse frente al resto del mundo. Porque ¿qué peligro podía correr el olivar?
La Unión Europea ha ido a la guerra contra los agricultores por el uso de pesticidas. Y la ha perdido
Pero la situación ha cambiado. Y no solo hablo de la enorme crisis en la que se encuentra sumida la industria del olivar. Hablo, de los conflictos relacionados con las nuevas normativas europeas o de las polémicas reiteradas sobre el impacto que las turbinas eólicas y las granjas solares están provocando en el medio rural.