La finalidad de un organismo es vivir. A tal efecto, debe adaptarse al medio y a las exigencias del mismo. Debemos entender estas exigencias como estímulos, estresores o perturbaciones. Para ajustarse a las nuevas necesidades del entorno, el ser humano debe poner en marcha mecanismos de adaptación que garanticen su homeostasis, es decir, un punto de equilibrio.
Si queremos convertirnos en seres humanos más fuertes o con más masa muscular, el estímulo que utilizaremos para ello será el entrenamiento. Durante el proceso de adaptación vamos a necesitar además un extra de energía, nutrientes y descanso. Esto debe darnos pistas
acerca de por donde puede venir el sobreentrenamiento puesto que si el estímulo es
demasiado fuerte o somos negligentes con nuestra nutrición y nuestro descanso, podemos caer en él.
En este artículo vamos a explicarte algunos conceptos
acerca del sobreentrenamiento y cómo no acabar experimentándolo.
Si un estímulo es
demasiado débil no genera la disrupción suficiente del equilibrio de nuestro cuerpo como para que tengamos que adaptarnos de manera alguna. Vaya, no tiene efecto.
Si es
demasiado fuerte o excesivo, superará la capacidad de adaptación del organismo, en cuyo caso resultará totalmente improductivo e incluso perjudicial. El que un estímulo sea positivo o negativo dependerá, entre otras cosas, de su intensidad y de su magnitud.