ChatGPT, como el resto de chatbots del mercado, tienen un problema: no saben guardar secretos. Eso es un problema para muchas empresas a la hora de usarlos, pero lo es aún más para agencias gubernamentales de seguridad.
Los servicios secretos de EEUU precisamente querían aprovechar las ventajas de los modelos de IA generativa, pero evitando esos riesgos, y ahora ya tienen lo que buscaban: algo así como un "ChatGPT para espías".