La franquicia de
The Legend of Zelda han cautivado a millones de jugadores en todo el mundo,
desde el lanzamiento de su primer título en 1986. A lo largo de casi cuatro décadas, se ha convirtido en un pilar en la industria de los videojuegos y, cómo no, ha generando una base de fans apasionada. De hecho, la franquicia ha inspirado adaptaciones en otros medios, como series de televisión, cómics y películas, y ha establecido un legado duradero como una de las sagas más queridas y perdurables en la historia de los videojuegos.
En 2023 salió a la luz
The Legend Of Zelda: Tears of the Kingdom, y todos estamos de acuerdo de que fue uno de los grandes juegos de ese año. Aclamado por la crítica especializada y los jugadores, se erigió como una gran secuela de
Breath Of The Wild.
Sin embargo, para que eso ocurriera
muchos desarrolladores de Nintendo se encontraron con bastantes dificultades en su creación. El último título de aventuras de la saga Zelda
introdujo una serie de mecánicas y habilidades para Link que hicieron que esta obra se sintiera como una verdadera evolución respecto a su antecesor.
Hubo momentos complejos en la producción de Zelda: Tears of the Kingdom y que sus desarrolladores expliquen estos problemas es bueno para que los jugadores valoren todavía más la complejidad que existe detrás de estos procesos.