London
Underground, conocido en nuestro idioma como el
Metro de
Londres, es una de las redes de transporte público más famosas del mundo. Con más de 543 unidades, 408 kilómetros de longitud y 274 estaciones, esta preciada pieza de la capital de
Reino Unido es capaz de dirigir hasta cinco millones de pasajeros al día.
Ahora bien, este servicio no se convirtió en lo que actualmente es de la noche a la mañana. London
Underground tiene una historia fascinante, una historia que, por cierto, comenzó hace más de 160 años con un proyecto completamente innovador para la época: la construcción de un ferrocarril subterráneo. Volvamos el tiempo atrás.
En la década de 1830,
Londres era la ciudad más grande del mundo. Era un epicentro económico global en pleno crecimiento que necesitaba descongestionar sus calles, por lo que surgió la idea de que los trenes empezaran a moverse bajo tierra. El problema era que hasta ese momento no se había implementado nada parecido.
Después de muchos años siendo solo una propuesta sobre el papel, el 1855 se construyó un túnel de prueba en Kibblesworth. Tras este paso, se inició la obra del primer ferrocarril subterráneo del mundo, un circuito entre Paddington (entonces Bishop's Road) y Farringdon que entró en servicio el 10 de enero de 1863.
Las locomotoras funcionaban con motores de vapor y los vagones eran iluminados con gas.