Resulta curioso ver cómo los llamados asistentes domésticos o altavoces inteligentes, en su momento lanzados originalmente por
Amazon con su
Echo â que todos conocemos como
Alexa â y seguidos posteriormente por Google con su
Google Assistant, así como por otras marcas más, se han convertido en una categoría completamente estancada en sus funcionalidades precisamente coincidiendo con el momento de más auge de una tecnología, la inteligencia artificial, que debería ser capaz de proponer nuevas funcionalidades para ellas.
Son muchos los que se preguntan qué ocurrió con un tipo de dispositivos que parecían destinados a convertirse en el centro de los ecosistemas digitales, pero que generan a todos aquellos que tienen uno en casa la misma sensación: hacen prácticamente lo mismo que hacían en el momento de adquirirlos. Mientras muchos se preguntan qué pasó, otros directamente hablan de un fallo colosal en la estrategia que permitió que toda una división de negocio se tradujese en más de diez mil millones en pérdidas y en un problema para toda la compañía, sin un modelo de negocio definido.