El gran éxito de Steven Spielberg no fue regalado. En 1974, el prometedor cineasta, entonces un veinteañero, asumió el difícil tarea de adaptar una novela de gran éxito para convertirla en el primer éxito de taquilla veraniego masivo, en un trabajo que incluyó supervisar complejas secuencias de acción, enormes montajes de efectos prácticos y rodajes en mar abierto, un reto que el cineasta acató excediéndose en presupuesto y calendario, un problema en Hollywood.