Con la globalización el número de multinacionales que operan en muchos países se disparó. Y junto con ello la posiblidad de que estas grandes empresas localizaran sus beneficios donde más les convenía. Es por ello que los distintos
Gobiernos del mundo llevan años rebajando el impuesto de sociedades para atraer a estas multinacionales, pero parece que esto está apunto de cambiar.
Janet
Yellen, ha abogado por fijar un impuesto de sociedades mínimo. Y lo normal es que si EEUU presiona, obtiene lo que quiere.
Las negociaciones entre países de la OCDE para fijar un impuesto de sociedades mínimo en todos los países llevan bastante tiempo estancadas. Y algunos países (España, Reino Unido, Turquía, entre otros) han decidido romper la baraja fijando un impuesto a los servicios digitales que sea un porcentaje de la facturación y no del beneficio.
Pero este impuesto se ve con malos ojos desde EEUU porque afecta principalmente a sus empresas de Silicon Valley. Y está respondiendo fijando aranceles a los países que aprueben este tipo de impuestos.
Esta es una situación que no es buena para nadie. Por un lado se estima que las estructuras fiscales de las multinacionales logran economizar entre 100,000 y 240,000 millones de dólares al año, por lo que es un pastel muy grande como para ignorarlo.