La idea de los
efectos imprevistos es algo que me ha fascinado permanentemente en innovación: cada vez que el contexto cambia, los distintos actores que actúan en él tienden a reorganizar sus papeles y su forma de actuar para tratar de adaptarse a esos cambios, a menudo dando lugar a nuevos comportamientos que podían ser los esperados, pero además a otros completamente
imprevistos.
La llegada del streaming a la música, y el
caso de
Spotify en particular, es un
caso muy interesante en este sentido: lo que se esperaba que fuese simplemente un nuevo canal de distribución fácil y conveniente que alejase a los clientes de la tentación de las descargas irregulares está además provocando numerosos cambios en la música en nuestros días, tales como canciones mayoritariamente más cortas y álbumes con mayor número de canciones.