Hay juegos que te marcan para toda la vida, como me sucedió a mediados de los noventa con el primer Command & Conquer. Como gran seguidor del mítico Dune II:
Battle for
Arrakis de
Westwood Studios, ese salto que dio el equipo de Brett y Louis con la batalla entre GDI y NOD fue demencial.
Si ya se les consideraba con Dune los padres de los RTS modernos, esa sensación se afianzó con esa guerra alternativa entre dos facciones que se inspiró en conflictos reales de la época (concretamente, la Guerra del Golfo). Nada hacía presagiar, hasta el punto de revolucionar los juegos de estrategia en tiempo real en el mismo año en el que saldría otro clásico: WarCraft II: Tides of Darkness. Hoy queremos rendirle un retroanálisis sabiendo que en 2020 volverá al ruedo.
Tan solo tres años son los que separan al RTS de Dune frente al primer CNC para MS-DOS, de ahí que sorprenda más si cabe el salto de calidad que experimentó el género en aquella época. Brett Sperry, Louis Castle y resto del equipo se mantuvieron fieles al concepto de las mecánicas que usaron en aquella licencia de la novela de Frank Herbert, limitando el conflicto a tan solo dos facciones, pero con una mayor fluidez para la base y las unidades.