Es habitual que en los momentos de
crisis económica se produzca un aumento de la economía
sumergida. Es algo que ya ocurrió en la
crisis previo, donde se llegó a estimar que esta economía
sumergida alcazaba en torno al 25% del PIB en España.
Y
esto es un
problema porque supone una merma destacado en la recaudación fiscal. Justo cuando más se necesita para dar ayudas a las empresas y pagar las deudas del Estado. Porque no nos engañemos, habrá que pagarlo mañana y todos sabemos de dónde va a salir.
Los principales organizaciones del sector comercial se oponen a la limitación a 1,000 euros del pago en efectivo
El sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda estima que se podrían recaudar hasta 270,000 millones de euros si se acaba con la economía
sumergida. ¿Podemos pensar cuántas ayudas llegarían a las empresas si se dispone de esta cantidad de dinero? Pero la realidad no sería tanto, pongamos que nos ponemos a niveles europeos de países de nuestro entorno y se recaudara la mitad. Ya sería una cantidad muy importante.
Pero es que además en muchos casos esta economía
sumergida supone casi 1,000.000 de empleos a jornada completa que no aparecen, que no cotizan a la Seguridad Social, que no tributan tampoco al IRPF. Y aquí tenemos un
problema, ya que no es algo que gran parte de la población no ve con malos ojos, no importa si son empresas, autónomos o empleados.