El juicio a Sam Bankman-Fried, termina con una condena a veinticinco años de prisión y a indemnizaciones de más de once mil millones de dólares por uno de los mayores crímenes financieros de la historia de los Estados Unidos, y la evidencia de que el personaje tiene además cero remordimientos sobre unos actos que seguramente volvería a hacer si pudiese.