Hace más de cuatro décadas, la NASA decidió enviar las sondas Voyager I y II directo al espacio para estudiar los planetas exteriores del sistema solar, en el marco de una alineación planetaria que ocurre cada 176 años. Primero se lanzó Voyager II, mientras que Voyager I se dirigió hacia Júpiter y Saturno. Y tras completar sus misiones respectivas, ambos Voyager continuaron su viaje hacia los límites del sistema solar y más allá, entrando en el espacio interestelar.