Está claro que el modo en que consumimos cine ha cambiado drásticamente durante la última década. Pero ojo, porque esta afirmación va mucho más allá del tipo del asiento, el tamaño de la pantalla y los canales del sistema de sonido, y la estancia en la que se realiza el visionado, afectando directamente a los criterios para seleccionar qué producciones se ven en una sala de cine y qué otras quedarán relegadas al salón de nuestros hogares y a la plataforma de turno.