Meseta

La trayectoria de Guerrilla Games en la industria había sido más que interesante hasta 2017, pero necesitaban un golpe de efecto potente. La saga Killzone había catapultado a la fama a la desarrolladora holandesa con sus títulos para consolas de Sony y una nueva IP se antojaba como el golpe de efecto necesario.

Con un desarrollo que comenzó en 2011, seis años más tarde pudimos degustar finalmente Horizon Zero Dawn.

Es genial que The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom te permita visitar cualquier lugar de Hyrule con solo proponértelo, pero eso no se traduce en poder completar todos los objetivos posibles en ese punto. Mi aventura hacia Kakariko era la de visitar un paraje del que guardo un cariño por The Legend of Zelda: Breath of the Wild, aunque no esperaba que el tiro me saliese por la culata.

Todo jugador llega a un punto en su vida que debe asumir que no puede zambullirse en todos los universos que querría. El factor tiempo nos obliga a elegir y por ello acabamos dejando atrás obras que poseen una calidad fuera de toda duda. Una de ellas es la creada por Modern Storyteller con The Forgotten City.

Increíble, pero cierto.

Se me está haciendo muy cuesta arriba no agarrar la Nintendo Switch y tumbarme durante horas con The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom. No solo porque las redes sociales son un hervidero de vídeos repletos de locuras, sino porque la última aventura que he vivido en Hyrule me ha inyectado una dosis de descubrimiento que solo la saga de Nintendo es capaz de hacer.

En el último apunte de mi cuaderno de bitácora señalé que mi objetivo era llegar a Kakariko y eso no ha cambiado.