Es evidente que las relaciones entre Estados Unidos y China no están en su mejor momento. Los dos países (y, por ende, muchos otros) están en pleno proceso de guerra tecnológica y comercial que tiene un objetivo claro por parte de Estados Unidos: impedir que China se haga con tecnología para reforzar su ejército. Eso no impide que el gigante asiático esté destinando muchos recursos en forma de efectivo e investigación para modernizar sus fuerzas, y los portaaviones juegan un papel fundamental.