A principios de la década de 1990, alrededor del 37% de los chips del mundo se fabricaban en Estados Unidos. El país norteamericano era uno de los principales actores de esta industria, aunque por alguna razón este protagonismo se fue diluyendo con el paso del tiempo. Para 2020, su participación en el mercado se había desplomado hasta el 12%. Y eso se había convertido en un problema.