El 16 de mayo de 1929, las caras más conocidas del cine de la época se juntaron para una ceremonia de entrega de premios que entregó el mismísimo Douglas Fairbanks. Duró 15 minutos, los premios se fueron entregando luego de una copiosa cena y la gente de la calle podía acudir a verla pagando cinco dólares de nada (con la inflación, unos 90 de hoy en día).
Por no haber, no había ni tensión entre los nominados: los premiados lo supieron tres meses antes de la gala.