Cuando, comenzamos a hablar de los nuevos tratamientos contra la obesidad, basados fundamentalmente en los descubrimientos de una empresa farmacéutica danesa, Novo Nordisk, conocida por ser el proveedor mundial más relevante de insulina, lo hicimos planteándolo como un «producto milagro»: un tratamiento caro, que suponía inyecciones diarias, y capaz de provocar pérdidas de peso de más del 12%, mucho más de lo habitual, sin aparentes efectos secundarios.