Tenía que pasar. Una compañía, Replika, que ofrecía servicios de creación de avatares a modo de chatbots conversacionales para que, según la idea de la propia fundadora, «puedas compartir de manera segura tus pensamientos, sentimientos, creencias, experiencias, recuerdos, sueños: tu mundo perceptivo privado», acaba de generar una gran polémica al impedir que esos chatbots mantengan conversaciones de índole sexual con sus creadores.