Solo un 0,2% de los contratos firmados en 2018 fueron de formación y aprendizaje. Una cifra que sorprende en un país donde el paro juvenil se sitúa en más del 30%. Está claro que el contrato de formación no es atractivo para la mayoría de las empresas.
El problema está muchas veces en la temporalidad y en la falta de flexibilidad. Por un lado la gran cantidad de contratos temporales que se realizan en nuestro país desvirtúan las estadísticas.