Cuando las ciberestafas se cruzan con las carreras de altos directivos de grandes empresas, un error de cálculo o una omisión en la vigilancia puede tener consecuencias desastrosas, más allá de las meras pérdidas financieras. Así, los CEOs y sus más directos colaboradores pueden encontrarse en el punto de mira cuando las defensas fallan... o cuando son ellos mismos los que meten la pata.