Inmersión

Si la vida te da limones te haces una limonada, y si unas Meta Quest te dan la oportunidad de meterte en un flamante servoarmadura no te lo piensas dos veces.

Lo confieso: he sido uno de los incontables jugadores que a raíz del estreno de Fallout en Prime Video se ha lanzado de cabeza a la saga de Bethesda en busca de líos, saqueos y aventuras.

Recuerdo abrir aquellas dos cajas, poner el monitor y el teclado encima del escritorio de la salita de nuestro primer piso. Mi padre trataba de entender como funcionaba todo aquello y yo ya tenía un cassette en la mano. Ese cuatro del doce de 1987 encendía por primera vez mi primer ordenador, un Amstrad CPC 464. Años más tarde - a comienzos de los noventa - en el cuarto trasero del quiosco de una amiga del instituto, vi mi primer Macintosh.

Con cinco largometrajes y una serie en su filmografía, Damien Chazelle se ha alzado como uno de los grandes directores de nuestro tiempo. Obras como 'Whiplash', 'La La Land' o ese magnífico fotografía del Hollywood clásico cargada de excesos y estrellas que se estrenó bajo el título de 'Babylon' hablan por sí solos, pero hay un trabajo del cineasta de Rhode Island que suele pasar inadvertido cuando se repasa su trayectoria en la gran pantalla.

No tenía planes de sumergirme en el mundo de Dragon's Dogma 2, especialmente luego del experimento fallido con Baldur's Gate 3. Creo que es un grandísimo juego, pero no acabó de encajar conmigo y fue suficiente traspié para una temporada. Sin embargo, rejugar Tiny Tina's Wonderlands dejó un vacío que solo una gran aventura podía llenar. Y así fue como empecé mi aventura como Arisen.